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Hola amigos doy gracias a Dios por estar aquí de nuevo con ustedes. Hoy nuestro Padre me pide que hablemos sobre la importancia de cuidar ese gran tesoro que hay en nuestro corazón, ya que de eso dependerá cómo será nuestra vida y el tipo de frutos que daremos.

En la biblia hay varios versículos que nos hablan sobre este tema, sin embargo, yo escogí uno que se encuentra en Lucas 6:45 y dice así “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

Jesús aquí estaba hablándole a sus discípulos sobre el tipo de fruto que cada árbol da y que será así como cada hombre será conocido, por su fruto. Es así como nos dice que una persona que guarda amor, paz, bondad, benignidad, mansedumbre y templanza, sólo podrá hablar cosas que sean para edificar la vida de otros. Sin embargo, quien guarda en su corazón, odio, soberbia, egoísmo, amargura, rencor, envidia, falta de perdón, sacará de su boca sólo palabras que destruyan a su prójimo.

Ahora bien, yo comprendo que muchos de nosotros tenemos cosas feas en nuestro corazón porque fuimos dañados desde muy pequeños, sin embargo, recuerden que somos nosotros mismo quienes debemos pedirle a Dios que todo eso salga y que nuestro corazón quede limpio y puro. Al decidir perdonar también sale todo ese rencor y las heridas sanan. Sin embargo, recordemos que hay muchas personas que viven con una venda en los ojos y que no comprenden que sólo Dios puede lograr estas cosas maravillosas en su vida y que es Él quien trae luz al corazón que vive en tinieblas.

A mí en lo particular, este versículo me ha servido mucho cuando alguien me ofende y siento que  no voy controlarme o que voy a ponerme a llorar. Yo recuerdo justo esto: “de la abundancia del corazón habla la boca”. En ese momento sólo me quedo callada y pienso: Señor, cuánto dolor, amargura y rencor hay en el corazón de esta pobre persona, por favor ayúdalo y sánalo. Obviamente no lo digo en voz alta y con mi lenguaje corporal muestro que sí estoy escuchando lo que me dice aunque la verdad he logrado incluso que las palabras ofensivas ni si quiera sean captadas por mis oídos. La persona se queda sorprendida pues espera justo la reacción contraria a eso. Es justo en estos momentos, cuando debemos demostrar nuestra compasión por los demás y nuestra prudencia.

La gran enseñanza que nos deja Jesús aquí es también que cuidemos muy bien lo que decimos porque así como nos ofenden también nosotros podemos ofender. En un segundo sale de nuestra boca una palabra ofensiva, pero toma años a la persona ofendida borrar esa herida que nuestras palabras le hicieron. Para poder lograr esta prudencia que Dios nos pide, debemos empezar por cuidar todo lo que guardamos en nuestro corazón y aquí ya no hablo de las heridas que ya Dios nos sanó y que otras personas nos hicieron, sino de lo nuevo que nosotros vamos metiendo en nuestro corazón.

En Proverbios 4:23 nos dice “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” Aquí nos resalta la importancia de todo eso que vamos guardando dentro de ese órgano vital de nuestro cuerpo. Aquí no sólo se refiere a no dejar que las personas nos dañen, lo cual sí también es importante, y cuando está en nuestras manos evitarlo hay que hacerlo. También hace referencia a las cosas que vemos y escuchamos, pues todo eso se guarda tanto en nuestra mente como en nuestro corazón. La mente y el corazón, junto con la Voluntad forman el alma. Para Dios es sumamente importante que nuestra alma esté llena de cosas buenas, pues de eso dependerá no sólo lo que digamos, sino las decisiones que tomemos.

De repente pensamos que estamos viendo algún programa sólo para distraernos o escuchando cierta música cuyo ritmo nos gusta. Sin embargo, no imaginamos si quiera la cantidad de cosas negativas que ya fueron registradas en nuestro mente y corazón y que después, cuando menos lo esperemos, saldrán a flote. Seamos más conscientes de todo ese contenido que estamos guardando en nuestra alma y que sólo nos contamina.

Somos nosotros los únicos responsables de cuidar lo que atesoramos en nuestro corazón.

¡Dios se encarga de limpiar tú corazón, tú encárgate de mantenerlo así!!!!

Espero que a partir hoy tu corazón irradie esa luz que sólo nuestro Padre puede darte. Invítalo a habitar por siempre en tu corazón!

Los amo, hasta pronto!

WEBGrafico5minutospaz

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