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Las pantallas no solo secuestran las mentes de los adolescentes: también roban tiempo (y mucho) de ejercicio entre los jóvenes de 11 a 17 años en todo el mundo. La tendencia es más preocupante entre las jóvenes, más sedentarias por cuestiones culturales y el temor por su seguridad, de acuerdo con un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud difundido esta semana.
El porcentaje de adolescentes que no hace suficiente ejercicio en todo el mundo es del 80%, una cifra alarmante por las repercusiones que tiene para su salud, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque los expertos llevan mucho tiempo advirtiendo sobre los peligros del sedentarismo, se trata del primer estudio global sobre la materia entre este grupo de edad y resulta particularmente grave si se tiene en cuenta que los especialistas no se refieren a hacer deporte si no, simplemente, a moverse. Uno de los datos más llamativos del informe es que dibuja un panorama bastante más negro para las jóvenes, en todo el mundo y también en EEUU: el 64% de los adolescentes en este país no son lo suficientemente activos, una cifra que se eleva al 80% en el caso de ellas.
“Se necesitan políticas urgentes ahora, particularmente para las niñas”, señaló Regina Guthold, coautora del estudio, publicado en la revista The Lancet. La investigación se llevó a cabo en 146 países entre 1.6 millones de estudiantes de 11 a 17 años entre 2001 y 2016, y revela que ha habido muy pocas mejoras a lo largo de este tiempo. Los expertos recomiendan que los adolescentes hagan como mínimo una hora de ejercicio moderado a vigoroso al día, incluyendo caminar, montar en bicicleta, ir en bicicleta el colegio o, simplemente, jugar. La falta generalizada de ejercicio se explica, según la experta de la OMS Leanna Riley, una de las autoras del estudio, por la revolución tecnológica que anima a “estar más tiempo sentado, ser menos activos en general, jugar más con aparatos digitales, conducir más y andar menos”. De la misma opinición es Mark S. Tremblay, experto del Instituto de Investigación del hospital de Otawa, en Canadá, que indica en un artículo en la revista que “la revolución digital ha transformado los patrones de movimiento de la gente y el modo en el que trabajan, se divierten, aprenden y viajan, haciendo que estén de puertas para adentro, generalmente sentados.Las personas duermen menos, pasan más tiempo en una silla, conducen más y hacen menos ejercicio. En cuanto al sedentarismo de las chicas, podría explicarse por las preocupaciones por la seguridad de hacer ejercicio en el exterior a la hora de ir caminando o en bicicleta a la escuela, por ejemplo. Cuestiones culturales, como la falta de programas de fomento del deporte entre chicas o la escasez de instalaciones para ellas (por ejemplo, vestuarios separados en instalaciones deportivas), también podrían estar detrás de las peores cifras que muestran las jóvenes y su escasa mejora con el tiempo.
Estos otros factores ayudan a entender mejor la importancia de este estudio: Los datos del estudio de la OMS adquieren especial relevancia a la luz de la epidemia de obesidad. Este es grave problema de salud pública en EEUU (y en la mayor parte del mundo desarrollado) que afecta de manera muy desigual dependiendo de a qué raza o capa social se pertenezca, y también el lugar de residencia.
Un sondeo reciente de la Fundación Robert Wood Johnson (RWJF, por sus siglas en inglés) sitúa la tasa general de obesidad para los jóvenes de entre 10 y 17 años (4.8 millones de personas en EEUU) en un 15.3%. Pero estas cifras distan mucho de ser homogéneas para todo el mundo: los datos del informe refuerzan la persistencia de disparidades geográficas, raciales, étnicas, y socioeconómicas. Los jóvenes negros e hispanos tienen tasas de obesidad del 22.2% y 19%, respectivamente, bastante más altas que los jóvenes blancos, del 11.8%, y los asiáticos, del 7.3%.
Justamente hace unos días, un informe de Common Sense Media, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover el uso seguro de la tecnología y los medios entre los menores de edad, mostraba hasta qué punto esto es así: los niños estadounidenses de entre 8 y 12 años pasan 4 horas y 44 minutos frente a la pantalla cada día, mientras que los adolescentes están enganchados 7 horas y 22 minutos diariamente. La encuesta, realizada a más de 1,600 menores de edad entre marzo y abril pasado, indica que el porcentaje de adolescentes que dice pasar más de 8 horas diarias frente a una pantalla es del 29%, y solo el 4 % dice que no ocupa su tiempo de ocio de esta manera.
La falta de sueño, de ejercicio y, sobre todo, el exceso de tiempo recreativo frente a la pantalla (que no debe superar las dos horas) se traducen en una reducción de las habilidades cognitivascomo el lenguaje, la memoria o la capacidad de completar una tarea, de acuerdo con otra investigación anterior en el diario Lancet Child & Adolescent Health que vincula el uso de los dispositivos electrónicos con una merma de la inteligencia de los niños en un momento crucial para su desarrollo.
No es solo ejercicio lo que echamos en falta: también es sueño. Parece estar claro que existe un vínculo entre el abuso de artículos electrónicos y la falta de sueño. Un estudio elaborado por científicos británicos que por cada hora que los preescolares pasaban con un aparato electrónico, reducían 26 minutos su tiempo de sueño nocturno.
En la niñez, el ejercicio ayuda a controlar el peso corporal, contribuye a la salud de los huesos, estimula la confianza en uno mismo y establece patrones de sueño saludables. Las instituciones recomiendan que los niños practiquen al menos una hora de ejercicio diario, y aconsejan que prueben varios deportes y desarrollar distintas habilidades, como por ejemplo nadar y patear un balón.
Estudios anteriores ya mostraron cómo los hábitos de ejercicio físico tienden a decaer de manera progresiva durante la adolescencia, especialmente en el caso de las chicas. Sin embargo, realizar una cantidad suficiente de ejercicio ayuda a mantener el cuerpo en forma, así como a controlar el estrés y la ansiedad.