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Fabiola Navarrete

Hola a todos espero que se sientan abrazados por Nuestro Padre y disfrutando de todas las bendiciones que Él nos manda cada día.

El Profeta Jeremías escribió muchos mensajes importantes en las Escrituras y justo hoy el Señor ha puesto en mi corazón la siguiente cita que nos habla sobre la verdadera gloria del hombre. 

Jeremías 9:23-24 en la versión de la Nueva Traducción Viviente dice “Esto dice el Señor; No dejen el sabio se jacte de su sabiduría, o el poderoso, de su poder, o el rico, de sus riquezas. Pero los que desean jactarse que lo hagan solamente en esto: en conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor quien demuestra amor inagotable, y trae justicia y rectitud a la tierra, y que me deleito en estas cosas. ¡Yo, el Señor, he hablado!. 

La jactancia es la acción de hacer alarde o reconocer públicamente de manera desmedida de las cualidades, habilidad o logros alcanzados por una persona. Es una actitud pecaminosa porque aquellos que la practican muestran arrogancia y soberbia que es justamente todo lo contrario a lo que Dios nos pide y lo que Jesús nos vino a modelar: ser humildes. 

Es importante que recordemos que estamos aquí por la misericordia, la bondad y la gracia de Dios. Nuestro cuerpo funciona gracias a Él y todos los talentos o dones que poseemos es Dios quien nos los dio. 

Esta cita exhorta a no ser jactansiosos. Hoy en día muchas personas se creen superiores a los demás por la inteligencia o “sabiduría” que creen haber adquirido. Otros se jactan por su valentía, como dice la versión de la Reina Valera, que también se puede interpretar como poder. Algunas personas han obtenido poder en nuestra sociedad, ya sea en organizaciones públicas o privadas o incluso en la iglesia. Muchas de estas personas llegan a engrandecerse tanto que se consideran superiores a los demás y se alaban así mismos. 

El Señor dice que tampoco hay que jactarse en las riquezas. Hay personas que se sienten seguras porque poseen muchas cosas materiales. Hoy más que nunca con esta pandemia hemos visto que ni los ricos pueden salvarse de estar encerrados en sus casas; de ser contagiados por este virus o incluso de morir.

Es así como ni la sabiduría que creemos tener, ni el poder que en este mundo nos den, ni las riquezas materiales, nos harán intocables. Dios decide en qué momento perdemos todo esto, pues todo lo que tenemos se lo debemos al Señor de Señores y Rey de Reyes. Él es el dueño de todo, nosotros sólo somos mayordomos o administradores de todo lo que él nos da en este mundo y un día le daremos cuentas por lo que hemos hecho con cada una de esas cosas. 

Un ejemplo de un hombre jactansioso fue el Rey Nabucodonosor, quien por su enorme sabiduría terminó siendo humillado. Esto lo pueden leer en Daniel 4:29-33.

En lo único que debemos jactarnos es en el conocimiento de Dios, ésa es la gloria del Hombre. Cuando conocemos a Dios viene a nosotros el temor de Dios y logramos humillarnos ante su presencia. Es así como logramos rendirnos a los pies de Cristo, arrepentirnos de corazón y ser restaurados de nuestra antigua manera de vivir. Sólo haciendo esto lograremos tener una vida de completa obediencia y dependencia de Cristo. 

El Señor es una fuente inagotable de amor y es Él quien trae justicia y rectitud a nuestras vidas. Deseo que cada día busquemos más de su presencia para que todas estas cosas abunden en nosotros.

Los amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto!.

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