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Washington Post

Los hábitos tecnológicos de los menores son, cada vez en mayor medida, un motivo de preocupación (claro que también lo son los nuestros, los de los adultos). Un estudio difundido estaba semana revela que los niños estadounidenses de entre 8 y 12 años pasan 4 horas y 44 minutos al día frente a la pantalla, mientras que los adolescentes están enganchados 7 horas y 22 minutos. ¿Cuáles son las consecuencias?. Aunque ya estemos curados de espanto, las últimas cifras que arroja el informe de Common Sense Media, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover el uso seguro de la tecnología y los medios entre los menores de edad, muestran de que los tentáculos de los celulares y pantallas alcanzan cada vez más parcelas de la vida y de formas preocupantes. Los niños estadounidenses de entre 8 y 12 años pasan 4 horas y 44 minutos frente a la pantalla cada día, mientras que los adolescentes están enganchados 7 horas y 22 minutos diariamente. La encuesta, realizada a más de 1,600 menores de edad entre marzo y abril pasado, indica que el porcentaje de adolescentes que dice pasar más de 8 horas diarias frente a una pantalla es del 29%, y solo el 4 % dice que no ocupa su tiempo de ocio de esta manera.

De acuerdo con Common Sense Media, en 2015 el tiempo que se dedicaba a ver videos online ocupaba el quinto lugar en lo que se refiere a las actividades preferidas, después de la televisión, la música, videojuegos. Hoy, los videos en línea son la actividad favorita entre los jóvenes.

Esto tiene importantes implicaciones, señala el estudio: ver video online es una actividad individual, con menos oportunidades para compartirse en familia. Padres e hijos pueden ocupar el mismo espacio físico, pero no las mismas experiencias. Otros datos importantes que arroja el sondeo son:

Los niños de familias con mayor educación y nivel adquisitivo pasan dos horas menos (como media) frente a las pantallas. Un dato que confirma la tendencia de que, conforme aparecen más pantallas en las personas de clase media o baja, y sabemos más sobre el efecto que las redes sociales tienen en la salud, van desapareciendo de la vida de los más pudientes.

El 53% de los niños tienen su propio celular a los 11 años; el porcentaje es de un 69% cuando alcanzan los 12.

Los jóvenes pasan poco tiempo creando su propio contenido o interactuando con otros en las pantallas. Entre los niños de 8 a 12 años, poco más de la mitad de todo el tiempo de su uso se dedica a la televisión o los videos, y el 31% a los juegos. Leer online, crear contenido como arte o música cuenta por un 2%.

El 69% de los adolescentes de entre 13 y 18 años ven videos en línea en comparación con el 34% que lo hacía en 2015. Algo similar ocurre en los niños de edades entre 8 y 12 años, que pasaron del 24% en 2015 al 56% en la encuesta de este año.

Los teléfonos inteligentes le ganan la partida a los aparatos de televisión en captar la atención de los niños y los adolescentes. Así, en 2015 los adolescentes de entre 13 y 18 años veían en promedio una hora y 31 minutos de televisión al día y actualmente se ha reducido a 67 minutos. Entre los niños de 8 a 12 años el promedio de tiempo dedicado a ver el televisor cada día en 2015 era de una hora y 29 minutos y actualmente es de 64 minutos.

Los adolescentes ahora ven menos programas en directo y más en servicios bajo demanda. En 2015, el 48% de los programas que veían los jóvenes eran en directo y el 33 % en diferido. Actualmente sólo el 24% ven contenidos en directo y el 40% bajo demanda.¿Qué está pasando aquí? Presentamos cinco apuntes que arrojan más contexto a la situación: En más y más colegios de EEUU el software reemplaza a los maestros de carne y hueso, con programas que se cursan a través de una laptop. Los niños que pasan más de dos horas al día viendo una pantalla obtienen menores calificaciones en pruebas de lógica y lenguaje, de acuerdo con los primeros resultados de un estudio histórico en torno al desarrollo cerebral de más de 11,000 niños. Este estudio encontró que los cerebros de los niños que pasan mucho tiempo frente a las pantallas son distintos: entre algunos niños hay un adelgazamiento prematuro de la corteza cerebral.

Mientras escuelas de medio mundo introducen tabletas y computadores en las aulas, los trabajadores adinerados de Silicon Valley se rascan los abultados bolsillos para proteger a sus hijos de la la tecnología. Como apunta el diario The New York Times en este artículo, los niños adinerados están creciendo con menos tiempo frente a las pantallas pero “los niños pobres están creciendo con más. La comodidad que alguien siente al interactuar con otras personas podría convertirse en un nuevo marcador de clase”. Abusar de las pantallas lastra las capacidades cognitivas

Cuando la tecnología roba horas de sueño y ejercicio. La falta de sueño, de ejercicio y, sobre todo, el exceso de tiempo recreativo frente a la pantalla (que no debe superar las dos horas) se traducen en una reducción de las habilidades cognitivas como el lenguaje, la memoria o la capacidad de completar una tarea, de acuerdo con una investigación publicada en el diario Lancet Child & Adolescent Health que vincula el uso de los dispositivos electrónicos con una merma de la inteligencia de los niños en un momento crucial para su desarrollo.

No todo el tiempo frente a la pantalla es igual, no obstante. Mientras que los programas educativos de la televisión podrían tener efectos beneficiosos, hay cada vez más pruebas de que el uso de artículos móviles y redes sociales pueden ser perjudiciales para la atención, la memoria y el control de los impulsos.

Parece estar claro que existe un vínculo entre el abuso de artículos electrónicos y la falta de sueño. Un estudio elaborado por científicos británicos que por cada hora que los preescolares pasaban con un aparato electrónico, reducían 26 minutos su tiempo de sueño nocturno. Los jóvenes cada vez leen menos

El pensamiento crítico está en juego. El sueño no es lo único que sale perjudicado cuando se dedica tanto tiempo a las pantallas. Las tasas de lectura están por los suelos: en 1980, el 60% de los estudiantes de 12° grado decía que todos los días leían un libro, periódico o revista por placer. Para 2016, solo el 16% decía hacerlo (y en 2019 presumiblemente este porcentaje será todavía más bajo). Esto tiene consecuencias económicas y políticas, tanto para el ciudadano como para la sociedad en general porque la lectura ayuda a formar el pensamiento crítico. Leer libros y artículos más extensos es una de las mejores maneras de aprender a pensar críticamente, comprender cuestiones complejas y separar los hechos de la ficción. Es crucial para ser un votante informado, un ciudadano involucrado, un estudiante universitario exitoso y un empleado productivo. Lo que Facebook hace al cerebro de los niños

Y los trucos de YouTube para mantenernos enganchados. Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook, dijo hace un par de años, en unas declaraciones que dieron la vuelta al mundo, que “solo Dios sabe lo que Facebook está haciendo al cerebro de nuestros hijos”. Parker, que fue el primer presidente de Facebook, dijo que todos en esta plataforma eran conscientes desde el principio de que estaban creando algo adictivo, que se aprovechaba de una vulnerabilidad en la psicología humana. “Literalmente cambia tu relación con la sociedad. Probablemente interfiere con la productividad de maneras extrañas”, dijo.

Mientras tanto, el Centro para Humanizar la Tecnología lanzó en 2018 una campaña para alertar de que las redes sociales y las plataformas como Youtube no son productos neutrales, sino que están diseñados para crear adicción. Algunos ejemplos que mencionan son:

Snapchat convierte nuestras conversaciones en rayitas. Los niños ahora miden así su amistad. Justin Rosenstein, el ingeniero de Facebook que creó el botón ‘Me gusta’ comparó la aplicación Snapchat con la heroína

Instagram glorifica la vida perfecta, erosionando la autoestima.

En cuanto YouTube, los expertos de Common Sense señalan que características como el “autoplay” son un refuerzo para continuar enganchados. Por otro lado, y a pesar de sus promesas para eliminar el contenido inapropiado, YouTube continúa mostrando imágenes violentas y referencias a drogas o lenguaje racista que alcanza a los niños.

Radiografía de un cerebro enganchado al móvil. Permanecer conectados a la red más de 3 o 4 horas diarias facilita el aislamiento de la realidad, el desinterés por otros temas, los trastornos de conducta, así como el sedentarismo y la obesidad, apunta Luis F. Callado, prfoesro de famacología en su artículo Radiografía de un cerebro enganchado al móvil. En el plano físico, puede generar alteraciones como sequedad de ojos, pérdida de audición, dolor de cuello y de espalda o inflamación e incluso artrosis de la articulación de la base del dedo pulgar.

“Mientras que los mecanismos cerebrales que median la adicción a sustancias como el alcohol, la cocaína o el tabaco son bien conocidas, la aparición de nuevas adicciones sin sustancia obliga a los investigadores a repensar los mecanismos que podrían explicar este nuevo fenómeno” sostiene Callado. En las personas que presentan dependencia a las nuevas tecnologías se han observado cambios estructurales y/o funcionales en varias regiones cerebrales ligadas al procesamiento de fenómenos como la recompensa, la motivación o el control de impulsos. El riesgo de aparición de estos trastornos es mayor entre los adolescentes porque las regiones cerebrales implicadas no han terminado de madurar a estas edades y son más vulnerables.

Por otro lado, en junio del año pasado la OMS incluyó el “trastorno del video juego” como enfermedad mental. No se trata de que el video juego sea dañino por se, sino de un uso excesivo e incontrolable puede generar efectos adversos.

Aislamiento de la realidad, sedentarismo u obesidad

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