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Fabiola Navarrete/ Tu Tiempo Digital

Hola que tal los saludo con mucho cariño y espero que el Señor siga derramando bendiciones infinitas sobre ustedes y todas sus familias.

La Palabra que hoy estudiaremos me ha confrontado de una manera muy especial porque es algo que entró en mi mente y que ni siquiera estaba yo reconociendo. Este mensaje está en el Salmo 73 que fue escrito por Asaf, quien fue un célebre músico en los tiempos de David. Se titula el destino de los malos.

Aquí no sólo nos habla sobre las consecuencias que tendrán todos aquellos que no cumplen los mandamientos de Dios, lo cual como ya sabemos se encuentra en la biblia en repetidas ocasiones. También nos habla de cómo nosotros llegamos a sentirnos desanimados al ver que a este tipo de personas todo les sale bien. Aquí Asaf está reconociendo que él siente envidia de ese tipo de personas y en el versículo 3 dice “Porque tuve envida de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos”. 

Los impíos son aquellas personas que carecen de la virtud de la piedad o de Fé en Dios. Son personas que se muestran hostiles antes las cosas de Dios y que hacen lo contrario a lo que el Señor nos manda. Es muy importante que nosotros caminemos siempre por los caminos de Dios y que confiemos en su Palabra sin importar lo que pase con las demás personas que están a nuestro alrededor.

Asaf continúa diciendo en el versículos 7: “Los ojos se les saltan de gordura, logran con creces los antojos del corazón”. En aquel entonces, estar pasado de peso era sinónimo de abundancia o de prosperidad. Los antojos del corazón son esos anhelos del corazón. Este tipo de cosas nos afecta mucho cuando vemos que otras personas “aparentemente” logran esos anhelos del corazón y lo hacen sin consultar a Dios y sin escuchar su voz.

Cuando nosotros empezamos a albergar este tipo de pensamientos, significa que nuestra Fé y nuestra confianza en Dios están disminuyendo. Nosotros debemos recordar y confiar en todas esas promesas que están en la Palabra, como la que está en el Salmo 37:4 y dice “Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón”. Sigamos creyendo en esta promesa.

En el versículo 13 Asaf dice algo que es muy triste y que quizás también ha pasado por nuestra mente y dice: “Verdaderamente en vano he limpiado mis corazón, y lavado mis manos en inocencia”. Yo espero que nunca pensemos esto y que si lo hacemos vayamos directo con nuestro Padre y pidamos perdón. No permitamos que estos pensamientos lleguen a nuestro corazón porque es más difícil desarraigarlos de ahí. Recordemos que dependiendo de lo que guardamos en nuestro corazón será lo que salga de nuestra boca y los que nuestros actos mostrarán, así como los frutos que daremos.

Lo hermoso de este salmo es cómo termina. Asaf reconoce que estaba errado y que fue Dios quien lo tomó de su mano derecha y quien lo guió siempre  según su consejo para después recibirlo en gloria.

Nosotros debemos recordar, como nos dice en el versículo 26, que aunque somos humanos y nuestra carne y corazón desfallezcan, la roca de nuestro corazón y nuestra porción es Dios para siempre. 

Cuando sintamos que de repente la envida se quiere apoderar de nosotros, vamos a regresar a nuestra Fuente que es el Señor y pedirle que despierte su voz dentro de nosotros para que nos recuerde constantemente quienes somos. Nosotros somos sus hijos y seguiremos esperando en Él para recibir la verdadera recompensa.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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