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Heredero de una facción del poderoso Cartel de Sinaloa, Ovidio Guzmán López aprendió el negocio del narcotráfico de su padre, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera.
Alias ‘El Ratón’ y ‘Ratón Nuevo’, este joven es acusado de estar involucrado en el imperio criminal que dejó Guzmán Loera, quien purga una condena de cadena perpetua en una cárcel de Colorado.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) lo tiene en la mirilla desde abril de 2018, cuando se le formularon cargos en una corte federal en Washington DC por contrabando de sustancias ilícitas. Estados Unidos asegura que Ovidio Guzmán y su hermano Joaquín Guzmán López son parte del grupo que controla actualmente el Cartel de Sinaloa, con tentáculos que llegan hasta la compra de cocaína en Colombia.
Un cálculo conservador de las aurotidades estadounidenses señala que obtienen unos 10 millones de dólares al año por el polvo y las pastillas de fentanilo que producen en laboratorios ocultos en la sierra y en casas de Sinaloa. Esa mercancía es transportada en autos particulares que cruzan las garitas, por personas que la esconden bajo su ropa, camiones comerciales, paquetería aérea, en lanchas que navegan sigilosamente por el mar de California y también por túneles, el método que inventó su padre hace tres décadas.
Desde 2014, cuando tenía alrededor de 24 años, Ovidio Guzmán quedó al frente del primer laboratorio de fentanilo que fue instalado en una modesta casa de Culiacán.