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Fabiola Navarrete/ Tu Tiempo Digital

Hola a todos, abrazada, consolada y protegida me siento por Nuestro Padre Celestial. Deseo con todo mi corazón que sea justo Él quien siga derramando amor, gracia y bendiciones ilimitadas sobre ustedes y sus familias.

Desgarradoras imágenes de padres que han perdido a sus hijos nos ha tocado ver en las últimas semanas tras el tiroteo en una escuela de Texas. Sabemos que los conflictos continúan en todo el mundo, pero es muy doloroso ver que la violencia esté presentándose cada vez más entre los niños y jóvenes.

Este tipo de incidentes no deben continuar y cada uno de nosotros podemos hacer mucho para que la situación mejore. Es cierto que las reglas sobre la posesión y el uso de armas son muy importantes, pero recordemos que es en el seno familiar en donde se enseña a los hijos esos valores y principios que les ayudarán a ser buenas personas y buenos ciudadanos. Pongamos atención en lo que nuestros hijos están aprendiendo y viendo en casa.

Hoy es más que oportuno recordar lo que nos dice la Palabra de Dios en Santiago Capítulo 2. Aquí nos habla de practicar la Fe de manera imparcial y sin hacer distinciones. Santiago 2:1 “Hermanos míos, que vuestra Fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”.

Cuando nosotros aprendemos a tratar a todos de la misma manera, logramos desarrollar ese tipo de amor que Jesús nos vino a enseñar. Esa es  la mejor manera de enseñar a nuestros hijos a realmente amar a su prójimo sin importar raza, género, estatus social, ni ninguna otra diferencia que pudieran tener. Todos somos hijos de Dios y Él nos ama igual a todos.

No podemos considerarnos “buenas personas” si hacemos distinciones y si no ayudamos a ciertas personas porque consideramos que no merecen el apoyo. Todos hemos cometido errores y Dios nos perdona una y otra vez así que no somos nadie para estar juzgando a los demás. No somos mejores que nadie. Santiago 2:10: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”.

Como seres humanos somos muy buenos para criticar a nuestro prójimo, sin embargo, para Dios, el pecado de envidar es igual que el de matar o robar aunque para nosotros haya una diferencia abismal. Así que debemos tener mucho cuidado al levantar juicio sobre otra persona. El único juez justo es Dios. Jesús nos demostró esto con un gran ejemplo en el pasaje de la mujer adúltera a la que querían apedrear y a quien él rescató. Juan 8: 7 “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.

Mostremos siempre que tenemos un buen corazón y hagámoslo con todos, y no sólo con aquellos que nos agradan o que nos aman también, porque eso es algo muy sencillo de hacer. De esta manera, daremos el mejor de los ejemplos a nuestros hijos.

Seamos personas compasivas y misericordiosas tal como Jesús lo fue. Santiago 2:13: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia, y la misericordia triunfa sobre el juicio”.  Ser una persona misericordiosa será siempre del agrado de Dios, pero si nosotros no practicamos la misericordia con nuestro prójimo, de nada servirá que nos sepamos la biblia de memoria o que pasemos horas en la iglesia. Dios juzgará de manera severa a aquella persona que teniendo la oportunidad de ayudar a otro, no lo hizo.

La Fe es algo muy importante y debe fortalecerse cada día, sin embargo, si no va acompañada de obras, esta Fe estará muerta. No podemos ver a una persona necesitada y sólo decirle: “Que Dios te bendiga” y no hacer algo más por ayudarla. Debemos ser parte de la bendición porque es así como esa persona verá el amor de Dios y querrá seguirle. Santiago 2:17 “Así también la Fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

Cuando logramos practicar una Fe acompañada con obras estamos dando el mejor ejemplo a nuestros hijos. Recordemos que se educa con el ejemplo. El oído es buen receptor de mensajes, pero lo que captan los ojos es lo que se guardará en nuestra mente y nuestro corazón.

Los exhorto a que hagamos un mayor esfuerzo para practicar una Fe que sea sin acepción de personas y que vaya siempre acompañada de obras.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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