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Una réplica de magnitud 3.9 sacudió a los marroquíes el domingo, mientras rezaban por las víctimas del terremoto más fuerte que ha sufrido el país africano en más de un siglo y trabajaban para rescatar a los sobrevivientes, mientras soldados y trabajadores llevaban agua y suministros a los pueblos en ruinas en las montañas. Más de 2,000 personas han muerto, una cifra que se espera que aumente.
La Organización de las Naciones Unidas estimó en 300,000 los damnificados por el terremoto de magnitud 6.8 del viernes por la noche. Equipos de ayuda internacional estaban preparados para desplegarse, pero permanecían en el limbo a la espera de que el Gobierno de Marruecos solicitara su asistencia.
“Sabemos que hay una gran urgencia por salvar a la gente y excavar bajo los restos de los edificios”, aseguró Arnaud Fraisse, fundador de Socorristas Sin Fronteras, que tenía un equipo atrapado en París a la espera de la autorización. “Hay gente muriendo bajo los escombros y no podemos hacer nada para salvarlos”
El Servicio Geológico de Estados Unidos reportó que un temblor de magnitud 3.9 sacudió el domingo las zonas afectadas. No se sabe con certeza si causó más daños o víctimas, pero es probable que fuera lo bastante fuerte como para alterar los nervios en zonas donde los habitantes expresaron su temor de que se presentaran réplicas y donde los daños han dejado edificios inestables.
“No puedo reconstruir mi casa”
El inusual sismo de magnitud 6.8 que sacudió Marruecos provocó que la gente se levantara rápidamente de sus camas por la noche y saliera a las calles. Derrumbó edificios de localidades montañosas y en ciudades antiguas no construidas para soportar semejante fuerza.
El sismo, que fue el más fuerte que sacude el país del norte de África en 120 años, hizo que la gente saliera corriendo a las calles oscuras, aterrorizada e incrédula el viernes por la noche. Un hombre dijo que empezaron a llover platos y tapices, y que la gente se desplomaba. El terremoto derribó muros de piedra y mampostería, cubriendo de escombros comunidades enteras.
La devastación se apoderó de cada ciudad a lo largo de las empinadas y sinuosas curvas del Alto Atlas: viviendas plegándose sobre sí mismas y madres y padres llorando mientras niños y policías con cascos llevaban a los muertos por las calles.