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Fabiola Navarrete/Tu Tiempo Digital

Hola a todos con plenitud de gozo y agradecimiento me dirijo a ustedes hoy pidiendo que sea el Espíritu Santo guiando cada una de mis palabras.

Nos tocó vivir en tiempos donde la comunicación a través de las redes sociales es ahora más importante que las relaciones interpersonales. Es triste ver que la gente se reúne en un café o restaurante para estar cada quien en su celular, en lugar de hablar entre ellos. También en casa se observa esto al sentarse a la mesa a compartir los alimentos.

La excusa más común es que ahora todo el tiempo estamos recibiendo mensajes de trabajo o bien, los que tienen negocio, están recibiendo mensajes de clientes. Ya no se respetan las horas de descanso y se va perdiendo esa interacción que es tan importante entre los seres humanos. Debemos recordar que nosotros somos los que tenemos que poner límites y no dejar que los demás esperen que los atendamos en todo momento.

Hoy les pregunto: ¿están igual disponibles cuando Dios les llama?. Dios no nos mandará un mensaje por Instagram, whatsApp, snapchat, messenger, etc. Pero si nos busca a través de la oración, de la lectura de su Palabra y también a través de otras personas. Dios está en todo los que nos rodea porque todo es su Creación y así como empleamos tiempo en estar en las redes sociales, también debemos dedicarle a Él, tiempo de calidad.

En la biblia encontramos muchos personajes importantes que nos dieron un gran ejemplo de valor, confianza, obediencia y disponibilidad para Dios. Hoy nos enfocaremos en el Profeta Samuel. Este gran siervo de Dios fue un hijo muy deseado. Su madre Ana, clamó sin cesar para poder concebirlo y el Señor le concedió este deseo de su corazón. Ella cumplió su promesa y ese hijo estuvo entregado a Dios desde pequeño.

Samuel se fue desde temprana edad al templo con el sacerdote Elí, quien con amor, paciencia, sabiduría y disciplina, le supo transmitir el conocimiento de Dios y sus leyes. Pero así también lo orientó para que él mismo tuviera ese encuentro personal con el Señor. Fue un buen maestro en todo momento y Samuel mostró también ser muy buen alumno. Supo aprovechar todo aquello que Elí tenía que ofrecerle.

Justo en este mes en que también celebramos el Día del Maestro, vemos aquí este gran papel de esas personas que imparten conocimiento a sus alumnos y que lo hacen de una manera entregada. Dios les siga dando fortaleza, sabiduría y paciencia para continuar con esta destacable labor.

Regresando a la relación entre Elí y Samuel, en el pasaje que se narra en 1 Samuel Capítulo 3 vemos como Samuel estaba totalmente dispuesto a hacer lo que su maestro le pidiera y en cuanto escuchaba que Elí le llamaba contestaba: “Heme aquí”. Dos veces escuchó su nombre y contestó lo mismo pero el sacerdote le dijo que no era él quien lo estaba llamando y fue entonces cuando le dijo que era el Señor y que le debería contestar: “Habla, porque tu siervo oye”. Esto fue lo que contestó literalmente Samuel en 1 Samuel 3:10.

Samuel mostró su obediencia total tanto a su maestro Elí como a Dios. Fue entonces cuando recibió el primer mensaje de parte del Señor. Dicho mensaje fue todo un desafío para Samuel, pues involucraba a su maestro Elí y a su familia.

El Señor le dijo a Samuel “Y le mostraré que yo juzgaré a su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe, porque su hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”. (1 Samuel 3:13). La familia de Samuel tenía que afrontar las consecuencias de sus actos y ni por ser Elí un fiel siervo de Dios se salvarían, pues como padre, Samuel no había sabido disciplinar a sus hijos.

Para Samuel debió ser muy difícil tener que transmitir este mensaje a Elí. Pero como todo buen siervo de Dios y maestro, Elí le dijo que no dudara en decirle todo tal cual lo había escuchado de parte del Señor. Con toda honestidad, Samuel comunicó el mensaje de manera exacta y Elí acató las órdenes de Dios. Elí contestó: “Que el Señor haga lo que bien le pareciere” (1 Samuel 3:18).

Estos dos hombres nos mostraron esa obediencia que todos debemos tener a Dios en todo momento. Este fue el primer mensaje de Samuel pero su vida como profeta apenas estaba empezando. Se llegó a consolidar en todo Israel como un fiel profeta de Dios.

Deseo de todo corazón que también nosotros podamos decirle al Señor: “Heme aquí, Señor, habla que yo te escucho”. Y así también que cuando hagamos algo indebido, podamos aceptar las consecuencias de nuestros actos con toda responsabilidad. Mostremos ese valor que como hijos de Dios debemos tener y esa confianza en que Dios tiene siempre lo mejor para nosotros y que aún en tiempos difíciles, Él nos sustentará con la diestra de su justicia.

Hoy quiero terminar con un versículo que nos alentará a seguir siendo obedientes. Recordemos que la obediencia será siempre bien recompensada por nuestro Padre. Proverbios 3:1-2: “Hijo mío, no te olvides de mi ley. Y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y paz te aumentarán”.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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