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Fabiola Navarrete/Tu Tiempo Digital

Hola a todos es una bendición estar aquí una vez más. Deseo que el Señor extienda su brazo de favor hacia ustedes y que cuide su entrada y salida desde ahora y para siempre.

Dios ha puesto en mi corazón que hablemos en esta ocasión sobre un mensaje que se encuentra en el Libro de Romanos en el Capítulo 15. Este libro fue escrito por el Apóstol Pablo y tanto en este capítulo como en todo el libro encontramos mensajes que nos alientan, pero que a su vez nos confrontan, sin embargo, todo ellos nos dejan una gran lección.

En el Capítulo 15, el ministro de Jesucristo a los gentiles, como él mismo se hacía llamar, nos recuerda que seamos fuertes y soportemos las flaquezas de los débiles. Esto es algo que a todos nos cuesta trabajo hacer. Es importante que recordemos que debemos mantenernos firmes ante cualquier adversidad, pero a su vez, debemos ser comprensivos con las personas que no entienden por qué estamos tan tranquilos en medio de la tormenta.

Las personas que no tienen el amor de Dios en su corazón y que no han sabido tomarse de su mano, no pueden entender que los problemas se viven muy diferente cuando uno los vive al lado de nuestro Padre. Es importante compartir siempre la Palabra de Dios, pero de repente nos toca quedarnos callados y dejar que nuestro testimonio y los frutos que damos hablen por nosotros.

Si alguien supo soportar las flaquezas de los débiles fue Jesús. Sin tener ninguna culpa, Jesús sufrió maltrato físico y emocional por nuestros pecados. Él sabía que las personas que lo estaban condenando no podían ver y no creían que él fuera el Mesías. Por eso dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).  Jesús fue vituperado y soportó lo que nadie más nunca ha soportado, sólo para que la Palabra de su Padre se cumpliera. Él fue obediente y perseverante hasta el último momento y mantuvo su esperanza en su Padre. Al tercer día, Jesús resucitó y con esto quedó más que demostrado que era el hijo de Dios. 

Sin embargo, aún después de saber que esto sucedió, nosotros seguimos dudando de todo esto que Él nos promete. Nosotros ya no tenemos que sufrir todo lo que Jesús sufrió, sólo debemos seguir alentados y no olvidar que Dios tiene los mejor para nosotros. Él es Fiel y nunca nos defraudará.

Dios desea que levantemos nuestros ojos y nuestro corazón y que comencemos a creer lo mejor. Usemos esa gran imaginación de la cual Él nos dotó, para abrazar todas esas inmensas posibilidades que Él tiene para nosotros. 

En Romanos 15: 5-6 nos dice: “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”.

La paciencia en uno de los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22),  y es Dios quien nos dotará de ella. Justo en la Palabra de Dios encontramos infinidad de ejemplos donde la paciencia es recompensada y en donde Dios está ahí como fiel amigo y Padre consolando en todo momento a todo aquel que le entrega su vida y espera en Él. Si hacemos esto lograremos tener esperanza. La esperanza es la confianza de lograr algo que se desea.

Un corazón lleno de esperanza nos trae gozo y paz para creer y extiende el poder del Espíritu Santo hacia nosotros, para que a su vez, nosotros lo extendamos hacia los demás. Sólo de esta manera podremos estar todos en ese mismo sentir que Dios espera.

Les invito a elevar sus expectativas hasta lo alto. Ya saben que los planes de Dios son aún más grandes de lo que nosotros podemos siquiera imaginar. Él es el Dios del Incremento!.

Y me despido hoy con este hermoso versículos 13 que dice:  “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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