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Faby Navarrete/ Tu Tiempo Digital

Hola a todos, descansando en los brazos de Nuestro Padre Celestial me encuentro hoy y pido al Señor que ustedes también vayan a Él y le entreguen todas sus cargas para que puedan caminar más ligeros.

En varias ocasiones hemos hablado sobre la Fidelidad de Dios. Sólo el Señor cumple sus promesas. Dios es el único que no nos fallará. Dios no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse (Números 23:19). 

En muchas partes de la biblia nos habla sobre la Fidelidad de Dios, pero hoy hablaremos de un mensaje que se encuentra en 2 Timoteo Capítulo 2 y que se titula “un buen soldado de Jesucristo”. Aquí nos habla sobre esas cualidades que los hijos de Dios deben tener para ser considerados fieles siervos de Dios.

Una persona fiel es alguien que se compromete y que se mantiene leal a esa persona o cosa a la que le prometió fidelidad. Para que podamos ser fieles a las personas que nos rodean, primero debemos ser fieles a Dios.

La verdad que además de ser reconfortante, es un tanto una posición cómoda saber que Dios nos será fiel siempre, sin embargo, debemos hoy reflexionar acerca de la manera en la que nosotros correspondemos a esa fidelidad. 

En 2 Timoteo 2:1 nos dice: “Tu pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Así es, si algo debemos demostrar en todo momento, es que el amor y la gracia de Dios vive en nosotros para poder reflejar a otros esa luz que Dios nos pide que seamos. Cada día tenemos una nueva oportunidad de ser esas personas que se distinguen de los demás y que buscan siempre mantener la paz en todo momento.

Luego, en este mismo capítulo, nos dice que debemos sufrir penalidades como buenos soldados de Jesucristo. Muchos de nosotros hemos experimentado burlas o situaciones un poco difíciles tanto en nuestros lugares de trabajo como en los distintos círculos sociales donde nos desarrollamos, e incluso en nuestra propia casa. Pero nada de esto nos debe desmotivar. Seamos valientes y esforzados y recordemos que nuestra principal tareas en este mundo es reflejar ese amor que Dios ha derramado sobre nosotros, así a los demás les parezca algo incorrecto, raro o poco valorado.

Después, en este mismo capítulo, nos dice que no debemos enredarnos en los negocios de la vida, sino que debemos buscar siempre agradar a Dios. Las cosas que el mundo nos ofrece son “tentadoras” pero lo que Dios tiene para nosotros es mucho mejor. En los negocios que debemos andar son en los de Dios. 

Lo anterior me recuerda al pasaje de Lucas 2 cuando Jesús a sus 12 años le contesta a sus padres cuando lo hallaron: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar? (Lucas 2:49). Espero que en eso también nosotros empleemos nuestro tiempo, pues Dios se encargará de suplir nuestras necesidades. Seamos fieles a Dios trabajando para su reino, pues todo lo demás vendrá por añadidura.

El buen soldado de Dios es aquel que entrega todo en la época de la siembra pues sabrá que su cosecha será grande. 2 Timoteo 2:6: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero”. Es justo cuando estamos en esa ardua labor de siembra cuando más nos debemos tomar de la mano de Dios. Sólo Él podrá darnos la fortaleza necesaria para pasar por esta etapa y nos dará la paciencia necesaria para esperar esos frutos maravillosos que recogeremos.

Es así como después llegamos a este hermoso versículo en donde se nos recuerda que Dios se mantendrá Fiel hasta el final. 2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles; él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo”. Aun si en este caminar como fieles soldados de Dios nos caemos, Él estará ahí para levantarnos y ayudarnos a regresar al buen camino.

Señor, te pedimos nos perdones por ser tan infieles y por no corresponder a tu infinita misericordia y a tu amor. Gracias te damos Padre porque eres bueno y tu fiel amor perdura para siempre. 

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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