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Fabiola Navarrete / Tu Tiempo Digital

Hola a todos, con un corazón dispuesto a recibir más sabiduría de lo alto me encuentro hoy y bendecida por poder estar con todos ustedes compartiendo un mensaje más de la Palabra de Dios.

Hoy le pido al Señor que lleve consuelo y paz a todas esas personas que están enfermas o que han perdido a un ser querido. No permitas Padre que el dolor los aparte de ti y caigan en depresión.

En esta emisión continuaremos hablando sobre el Capítulo 1 de Santiago en donde Dios, a través de ese fiel siervo de Dios, nos pide que nos gocemos durante la prueba y que le pidamos a Él la sabiduría y que al pedírsela lo hagamos con mucha Fe y sin dudar ni por un instante que Él nos la dará.

Ahora bien, además de pedir esta sabiduría, debemos también asegurarnos de que al recibirla la apliquemos de manera correcta a nuestra vida. Para esto debemos ser primero unos hijos e hijas obedientes. De hecho en Proverbios 1:7 nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Dios”.

Ya hemos dicho que el temor de Dios no viene del miedo al castigo de Dios, sino del verdadero amor y respeto que le tenemos a Nuestro Padre Celestial. Es ahí cuando logramos que los caminos fáciles no sean los que nos atraigan y sigamos adelante por esos caminos que el Señor quiere que recorramos y que nos traerán la verdadera recompensa, la que es duradera. Aquellos que honran a su Padre con cada uno de sus actos son los que verán derramadas las bendiciones de Dios sobre sus vidas.

Justo sobre este tema nos habla el versículo 12 del Capítulo 1 de Santiago que dice: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.

Las tentaciones están a la orden del día y cuando menos lo esperamos podemos caer en alguna de ellas. Es por eso que debemos estar alimentando nuestro Espíritu constantemente para que no seamos vencidos por estas tentaciones. Un hombre con Espíritu fortalecido podrá esquivar los dardos de las tentaciones fácilmente.

Ahora bien, cabe destacar que las tentaciones no son enviadas por Dios, como muchas personas piensan o dicen. El Señor no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie. Por consiguiente, Dios no es quien nos manda estas cosas. Esto viene del Enemigo, y también de nosotros mismos y de nuestra concupiscencia.

¿Qué es la concupiscencia? Es el deseo de bienes materiales o terrenales, en especial, deseo sexual exacerbado o desordenado. Aquel que permite que la concupiscencia esté presente en su vida y lo domine, estará pecando constantemente y será presa fácil de cualquier tentación. Si los pensamientos de Dios viven siempre en nosotros, nos mantendremos apartados del pecado.

En Santiago 1:17 nos dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”.  Si algo bueno hay en nosotros, es porque viene de Nuestro Padre. Tratemos con mayor esmero de mantener sólo cosas buenas, puras, dignas y justas dentro de nuestro interior, para que lo mejor que Dios nos ha dado siempre sea lo que predomine en nuestro ser.

Resistamos las tentaciones y recibiremos la corona de vida!!!

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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