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Faby Navarrete/Tu Tiempo Digital

Hola qué tal soy su amiga Faby estamos aquí en otra misión más de 5 minutos de Paz. Hoy le saludo con un corazón lleno de agradecimiento al seguir viendo tantas y tantas bendiciones que Dios nos da. Deseo de todo corazón que ustedes también sigan viendo ese derramar de bendiciones y que siempre estén agradecidos con Dios. 

El día de hoy estudiaremos un mensaje hermoso que Jesús nos dejó y que es muy importante que lo retomemos. En dicho mensaje nuestro Mesías nos habla sobre una libertad que no es física, sino espiritual y que es ese tipo de libertad la que todos debemos de tener para poder en verdad vivir en paz y libres de todo tipo de ataduras.

Este mensaje se lo transmitió Jesús a los fariseos o maestros de la ley quienes, como sabemos, seguían al pie de la letra las escrituras que tenían en aquellos tiempos y que era conocido como el Corán. Sin embargo, no practicaban la humildad, la misericordia y compasión que Jesús, con su propio ejemplo, vino a predicar. Estos hombres religiosos no eran nada compasivos y juzgaban duramente a todo aquel que no siguiera lo que la ley marcaba, además que se sentían superiores a sus semejantes. Jesús nos vino a enseñar que debemos considerar a los demás como superiores a nosotros y dejar la justicia a Dios porque ninguno de nosotros está libre de pecado.

Para poder gozar de esta libertad de la que Dios habla en este mensaje, debemos recordar que hay que postrarnos ante Dios con un corazón contrito y humillado para que el Señor pueda perdonarnos y derramar sobre nosotros su amor, paz y gracia. Al recibir todo esto seremos libres de los pecados que nos ataban y podremos sentir una paz inmensa.

Las personas que confían en su propia prudencia, en su inteligencia y/o capacidad para tomar decisiones, son individuos soberbios y arrogantes que no podrán entran en comunión con Nuestro Padre y que no podrán ser libres de todo eso que los mantiene atados a una determinada forma de ser. 

Hoy más que nunca vemos como casi todos de una o de otra manera, seguimos atados a cosas que nos alejan por completo de Dios y que nos llevan por caminos equivocados. Somos esclavos del egoísmo, la ambición, el poder, la fama, la lujuria, la adicción, la envidia, pero sobre todo, somos prisioneros de la ansiedad que cada día cobra más vidas. Las personas que manejan altos niveles de ansiedad recurren a muchas cosas para “aparentemente” calmarse. Pueden tomar alcohol, drogas, medicinas, fumar, etc. Sin embargo, nada de esto los hará libres de la ansiedad.

Dios nos quiere vernos así. Nos pide que no estemos ansiosos y que le pidamos a él todo lo que nos preocupa. Nuestro Padre sabe muy bien que la preocupación puede causar grandes estragos en nosotros y nos puede llevar a buscar “soluciones” equivocadas que al final, nos harán sentir aún peor. Dios nos quiere disfrutando de una libertad plena. Esta libertad no es física y por eso muchas personas, incluso los mismos fariseos le cuestionaron a Jesús que ellos eran libres. Pero Jesús no se estaba refiriendo a una libertad física.

Una persona que vive prisionero del pecado, tiene una muerte espiritual y aunque aparentemente funciona y no está detrás de unos barrotes, es una persona que está muerta por dentro. Es como uno zombie que sigue aquí en este mundo pero que no logra llenar sus vacíos y que vive en constante ansiedad y depresión. Ella misma no logra ni percibir ya su condición y se engaña a sí misma diciendo que está bien.

Es así como ya vamos de lleno al mensaje que Jesús les dio en aquel momento a los fariseos que creyeron en él y que hoy nos sigue dando a nosotros. Juan 8:31 “Si vosotros permaneciérais en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; Y entonces conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” 

Jesús nos da un mensaje muy claro al decirnos que al creer y cumplir la Palabra de Dios seremos sus discípulos y a través del conocimiento de las Escrituras le conoceremos más. Como ya sabemos Jesús es el El Camino, La Verdad y La Vida (Juan 14:6). Al conocer a Jesús cada vez más entonces seremos libres y no viviremos más con ansiedad y siendo controlados por todos esos pecados que antes nos hacen vivir en constante insatisfacción.

Después, en este mismo mensaje, Jesús habla sobre la diferencia entre ser un esclavo y un hijo. El esclavo es sólo un empleado que no es considerado parte de la familia, pero el hijo es un miembro importante de la familia y que gozará de un lugar especial dentro de la casa. Juan 8:35 -36 “Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.

Aquí recalca una vez más, que es a través de Jesús que obtendremos esa libertad, porque como sabemos, nadie va al Padre sino a través del hijo y el medio de comunicación es el Espíritu Santo. Dios vino a darnos esa libertad y al aceptarlo dentro de nuestro corazón activamos ese Espíritu de Verdad o Consolador, que es también como se le conoce al Espíritu Santo. 

Es así como hoy recordamos que Dios nos quiere viviendo libres de todo pecado y toda ansiedad. El Señor nos quiere viviendo en paz y en plenitud de gozo. Adiós a todos esos padecimientos que se crean en nuestro cuerpo cuando no podemos controlar nuestra ansiedad. Goza de esta libertad que Dios nos ofrece y vive tranquilo.

Ya para despedirme, te recuerdo que donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad (2 Corintios 3:17). Mantengamos activo el Espíritu de Dios dentro de nosotros y seamos libres!!!

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

 

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