Publicidad

Fabiola Navarrete/ Tu Tiempo Digital

Hola a todos me complace tanto estar aquí una vez más y doy gracias al Señor por seguirme mostrando su misericordia cada día. Espero que ustedes también se sientan agradecidos por todo lo que Dios les ha dado y gocen de esa paz que sólo Él nos puede dar.

En esta ocasión trataremos un tema muy importante que se encuentra en el Libro de Romanos Capítulo 8. Aquí nos habla Dios a través del apóstol Pablo, acerca de vivir más pendientes de nuestro espíritu que de nuestra carne. De hecho este capítulo se titula: Viviendo en el Espíritu.

De una manera muy clara nos dice al inicio del capítulo que hemos sido perdonados al momento que aceptamos a Cristo Jesús. De manera literal el versículo 1 dice: Ahora, pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.  Jesús al morir por nosotros, nos otorgó ese perdón y es cierto que gozamos ya de la gracia de Dios, sin embargo, aquí se nos recuerda la importancia y responsabilidad que tenemos como hijos de Dios, de buscar más las cosas espirituales que las carnales.

De hecho en el versículo 5 nos vuelve a reiterar lo siguiente: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Jesús mismo nos vino a demostrar con su ejemplo en su condición de humano, que si logramos mantener un Espíritu Fuerte, no habrá tentación que logre apartarnos del buen camino. Nuestro Mesías, justo cuando se encontraba en su ayuno de 40 días, fue tentado por el Enemigo, quien usó la misma Palabra de Dios para hacerlo caer, sin embargo, no lo logró y por eso decimos que Jesús fue tentado en todo y hallado sin pecado alguno. Para lograr esto, Jesús alimentaba constantemente su Espíritu y aun sabiendo que era hijo de Dios, se apartaba constantemente para entrar en comunión con su Padre.

¿A qué nos llevará el alimentar sólo nuestra carne y olvidarnos de nuestro Espíritu?. En el versículo 6 nos dice: “Porque ocuparse de la carne es muerte, pero ocuparse del Espíritu es vida y paz. La muerte espiritual es algo muy triste que experimentan las personas que sólo se ocupan de alimentar su cuerpo y que se olvidan de alimentar su Espíritu. Pueden aparentar estar bien exteriormente, pero su alma, que está compuesta por corazón y mente, está llena de cosas equivocadas como vanidad, egoísmo, rencor, avaricia, lujuria, soberbia, etc. En su vida lo más importante es estar pendiente de darle satisfacción a los deseos de la carne. Buscan a toda costa obtener logros, dinero o bienes materiales porque esos los hacen sentir bien. Dan más importancia a lo perecedero que a lo eterno.

Sabemos muy bien que el satisfacer todos estos deleites de la carne no es algo que a Dios le agrade, al contrario, eso nos aparta cada vez más de nuestro Padre. Dios sabe bien nuestras necesidades y nos ayudará a suplirlas si nosotros le pedimos las cosas de la manera correcta y aceptando que su Voluntad es buena, agradable y perfecta. Alimentar nuestro cuerpo es algo necesario, pero no debe ser lo único que alimentemos. Si nos olvidamos de alimentar el Espíritu estaremos sumamente vulnerables y seremos fácilmente devorados por todas esas tentaciones que el mundo nos ofrece y que nos llevarán a pecar.

Aquel que mantiene nutrido su Espíritu a través de la oración constante, de la lectura de la Palabra, la cual a su vez, lleva  por obra, será una persona que guardará solamente cosas buenas en su alma (corazón y mente) y por ende, tendrá un Espíritu Fuerte. Esta persona logrará vivir lleno de gozo y paz.

En el versículo 8 nos dice claramente: “Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. Busquemos de constante agradar a nuestro Padre con cada una de las cosas que hagamos para que así, sea Él quien siga derramando sus bendiciones  y quien nos ayude a salir de cualquier problema que se nos presente.

¿Cómo lograremos vivir más en el Espíritu que en la carne?. En el versículo 11 nos dice que el Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de la muerte, vive también en nosotros y por eso mismo será Él quien vivificará nuestros cuerpos mortales a través de ese Espíritu que ya mora en nosotros. No estamos solos en esta difícil tarea, Dios está y estará siempre dándonos la fortaleza necesaria para seguir buscando más todas esas cosas espirituales que mantendrán nuestra alma confortada y nuestro Espíritu fortalecido.

Termino con el versículo 18 que es uno de mis favoritos y que dice así: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Recordemos este versículo cada vez que nos sintamos débiles y prosigamos a la meta.

Ayúdanos Señor a pensar solamente en todo lo  verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo de buen nombre y todo aquello que a ti te gusta que abunde en nuestra alma.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

Publicidad

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.