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Faby Navarrete/ Tu Tiempo Digital

Hola a todos, me dirijo a ustedes esperando que se mantengan sobre la palma de la mano del Señor y que se sientan seguros y protegidos.

En esta ocasión, el Señor ha puesto en mi corazón recordarles un mensaje muy importante que se encuentra en el 2 de Pedro Capítulo 1. Aquí nos habla sobre las grandes capacidades o dones que Dios nos otorgó y que viven dentro de nosotros y a través de las cuales podremos ver realizadas las grandísimas e increíbles promesas que Dios tiene para aquellos que pongan en práctica dichos dones. 

2 Pedro 1:3-4 “Como todas las cosas que pertenece a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandes promesas, para que por ellas llegaseis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

El Señor nos ha dotado de muchos dones, o como se le conocen en la biblia, frutos del Espíritu y se encuentran descritos en Gálatas 5:22-23. Piedad, en su significado más general significa sentimiento de compasión o misericordia que produce alguien que sufre o padece. Así también se le conoce como “empatía”, que significa sentir el dolor ajeno o ponerse en los zapatos del otro. 

Al sentir empatía por alguien no necesariamente hacemos algo por ayudar a esa persona. La piedad o compasión que Dios ha puestos dentro de nosotros y que nosotros somos responsables de activar, esa sí nos conduce a una acción. 

En esta cita nos aclara que estas capacidades fueron otorgadas por él y que se obtienen mediante el conocimiento de Él. Ya hemos dicho que a Dios se le conoce al estar en constante oración con Él, al leer su Palabra y al ser obedientes a sus mandatos. Si hacemos estas 3 cosas de manera constante será fácil que en nosotros nazca el deseo de ayudar a otros y que proviene de ese amor tan grande que sentimos por nuestro prójimo. 

Después, este mismo mensaje nos dice claramente que si practicamos estas cosas, dones, o frutos que el Señor ha depositado en nosotros, recibiremos las hermosas y valiosas promesas que ya nos ha dado. Aunque lo hacemos desde el amor que ya hay dentro de nosotros, es hermoso saber que Dios nos recompensará grandemente por ser compasivos y piadosos con los demás. 

En la segunda parte de este versículo continúa diciendo que es así como llegaremos a ser partícipes de la naturaleza divina. Esto me recuerda a cuando Jesús nos dijo que las mismas cosas que Él hacía o quizás mayores, también haríamos nosotros (Juan 14:12). Si logramos mantener una Fe inquebrantable y nuestro Espíritu se mantiene tan fortalecido como el de Jesús, en verdad veríamos cosas increíbles que se lograrían a través de nosotros. Seriamos usados como un gran instrumento del Señor para llegar a otros que aún no conocen de Él.

Ahora bien, además de recibir las promesas de Dios, de ser parte de una naturaleza divina, todavía tenemos otro beneficio que es el mantenernos alejados de la corrupción de este mundo que ha ido en aumento por causa de la concupiscencia. Entre más cerca estemos de Dios y en mayor manera abunden los frutos del Espíritu dentro de nosotros, menos seremos tentados por todas esas cosas que el mundo nos ofrece y que parecen muy atractivas. 

Concupiscencia se define como deseo de bienes materiales o terrenales, en especial deseo sexual exacerbado o desordenado. Sinónimo de ambición o codicia. Quien está de constante queriendo sólo llenarse de cosas materiales o bien, pensando y practicando cosas que ya caen en exceso, no podrán acerarse al Señor ni a sus caminos. Son personas que pecan deliberadamente y que no se arrepienten, buscan siempre una justificación a su comportamiento. No tiene temor de Dios y viven de una manera egoísta y hedonista, es decir, buscando hacer sólo las cosas que les producen placer. 

No hay mejor manera para mantenernos alejados de todo aquello que sólo nos traerán graves consecuencias que permanecer cerca de Dios, activar los dones que nos ha dado y portar con orgullo la estafeta de hijos de Dios. Somos hijos del Rey de Reyes y debemos sentirnos honrados en todo momento por haber sido escogidos como parte de su Ejército.

Les amo, les abrazo y primero Dios los veo muy pronto.

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