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Biden había sido informado sobre las negociaciones el viernes por la mañana en Japón, donde asistía a la cumbre del Grupo de los Siete, dijo la Casa Blanca.
“Esto no tiene que ser una crisis”, había dicho la vicepresidenta Kamala Harris durante una reunión virtual de líderes comunitarios el jueves.
“Un incumplimiento podría desencadenar una recesión, detener los cheques de pago militares y aumentar las tasas de interés en los próximos años”, dijo Harris. “Estados Unidos debe pagar sus cuentas, tal como lo hacen usted y su familia y otros estadounidenses trabajadores todos los días”, agregó.
Todas las partes buscan idear un plan de recorte presupuestario aceptable tanto para los demócratas, que no quieren afectar a las políticas sociales que benefician a los más necesitados, como para los republicanos, que quieren que sean lo más profundos posible para reducir el déficit de las cuentas públicas de forma radical.
Y aunque Biden ha insistido en que la elevación del techo de la deuda es algo por lo que no va a negociar, exigiendo que se haga sin concesiones políticas a cambio, lo cierto es que su gobierno tendría que posiblemente aceptar ciertos recortes en los presupuestos a cambio de los votos del Partido Republicano para aumentar el límite de la deuda, que ahora es de $31.4 billones.
Quiénes son ‘los negociadores’ del techo de la deuda
En las reuniones a puertas cerradas, de parte de la adminsitración, algunos personajes clave en la negociación son Steve Ricchetti, asistente de Biden desde hace mucho tiempo y ahora consejero del presidente; la directora de la Oficina de Administración y Presupuesto, Shalanda Young, y la directora de asuntos legislativos, Louisa Terrell.
McCarthy, quien dijo que planeaba participar en algunas de las conversaciones, le encomendó la negociación al representante republicano Garret Graves, quien es un aliado cercano. Otro republicano, el representante Patrick McHenry, presidente del equipo de Servicios Financieros, se incorporó a las reuniones el jueves.
Lo que está en juego es el nivel de gasto federal durante los próximos años. Los republicanos quieren aprovechar que el gobierno necesita sus votos para elevar el techo de la deuda, algo que generalmente se hace de forma rutinaria y bipartidista, como una palanca de negociación para impulsar sus prioridades presupuestarias.
Estos días han trascendido algunos contornos de un acuerdo que incluye recortes como lo presupuestado para combatir el covid-19 que no ha sido ejecutado y un marco para discutir nuevas reglas para poder desarrollar proyectos de energía más rápidamente. Sin embargo, los detalles siguen siendo desalentadores.
Los republicanos de McCarthy quieren reducir el gasto a los niveles del año fiscal 2022 y limitar los aumentos anuales a solo el 1% durante la próxima década, sin afectar las cuentas de Defensa y Veteranos, en lo que los demócratas dicen que serían recortes devastadores que causarían dificultades a muchos estadounidenses.
Los republicanos saben que su propuesta solo tendría un efecto marginal contra la creciente carga de deuda de la nación, pero argumentan que los recortes de gastos deben comenzar en alguna parte para controlar lo que dicen que son déficits anuales insostenibles.
Los demócratas se resisten y los negociadores contemplan límites presupuestarios para unos pocos años y no una década.
Notablemente ausentes de la sala de negociaciones están los responsables de asignación de fondos del Congreso: las presidentas de los Comités de Asignaciones de la Cámara y el Senado, quienes de hecho aplican los planes de gastos y que posiblemente se opongan a los planes de recortes que se están discutiendo.
